Reflexió
inspirada arrel d’una petita definició d’un personatge secundari del llibre El
lector de Julio Verne (Almudena Grandes, 2012).
Hay infinitas (e
inexactas) formas de clasificar a las personas. Hoy voy a jugar al juego del
blanco o negro y voy a decir que hay dos tipos de personas en este mundo: las
personas y las personas de verdad.
De personas hay
muchas. De personas de verdad, menos.
Las personas de
verdad son personas guiadas por sus principios. Guiadas, empujadas, movidas.
Actúan según sus principios y viven en función a las consecuencias de sus
actos. Tienen principios y, aunque los revisan, los cambian o los evolucionan,
actúan y sienten en base a esos principios. Los principios forman parte de
ellos mismos.
Las personas, en
cambio, adaptan sus principios en función de sus acciones. Es como si para las
personas de verdad los principios fueran la motivación de sus actos mientras
que para las personas, los principios fueran el marco, creado a posteriori, en
el que englobar sus acciones.
La gran diferencia
es que para las personas de verdad, los principios son lo primero, anterior a
la acción y para las personas los principios son lo último, se modifican en
función de la acción.
Tal vez
deberíamos decir que las personas de verdad tienen “principios” y las personas
tienen “finales”.
Hay personas de
verdad que son unos auténticas desgraciadas. No nos confundamos. Las personas
de verdad pueden tener unos principios bajo tu punto de vista horribles,
inaceptables o incomprensibles. Esto no es un escrito sobre personas “buenas” o
“malas” o, mejor dicho, sobre personas con una ética más o menos cercana a la
tuya. Esto es un escrito sobre las personas de verdad. Las personas valientes.
Las personas valientes de verdad. Valientes consigo mismas, capaces de tener un
sentido de la justicia propio y, los más importante, independiente del sentido
del beneficio personal.
Las personas de
verdad eligen sus principios y los siguen. De esta forma eligen cómo quieren
ser. Son, en mayor o menor medida, lo que eligen, lo que sienten que quieren
ser.
Las personas, por
el contrario, se guían por el beneficio personal directo, el miedo o la pereza (por
ejemplo), y sus acciones tienden a ser incoherentes entre sí. Las personas
necesitan adaptar constantemente sus principios para que sean coherentes con
sus acciones de forma que sus principios, en vez de generar, justifican.
(ep, espera un
segon, si els principis et guien, no pot ser el benefici personal directe, o evitar
la por, un principi que segueixen els que tu anomenes persones? Si, jo també hi
he pensat, DISCUTIM-HO!)
Es difícil ser
siempre una persona de verdad. Tal vez lo seamos solo por épocas, ámbitos o
momentos. Aún así, lo que tengo claro es que cada vez que no actuamos como
personas de verdad nos alejamos más de nosotros mismos. Cada vez que intuimos
que deberíamos hacer algo, no lo hacemos, y posteriormente encontramos mil justificaciones,
estamos enterrando la mejor versión de nosotros mismos.
Este es una especie
de reflexión/homenaje. Homenaje a todas esas personas que durante mucho tiempo
o simplemente en un único momento puntual, han sido personas de verdad,
enseñándome, así, cómo me gustaría ser.
Oriol Talló Parra (16 i 17/01/2013; 08:46)
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